jueves, 4 de octubre de 2007

Lo más seguro. El bis a bis.


Algunas cosas de los viejos tiempos funcionaban mejor que ahora. Y si os
digo que en temas de seguridad también se puede aplicar la frase anterior,
hasta resultaría sorprendente. Pero así es. Muchos expertos coinciden que
hoy en día, en la era del móvil (la de internet es ya un viejo soporte), el mayor
peligro para las empresas a nivel de seguridad, lo que más puede
desestabilizar a un a empresa, son las personas de la propia casa. Ni virus,
ni hackers, ni caídas de sistema, ni siquiera en muchos casos desastres
naturales, producen tanto daño hoy en dia como la información sacada de la
empresa y dada al mejor postor.
Contra los peligros técnicos anteriormente dichos, está la propia técnica
para resolverlos. Pero ¿ y para un empleado despechado ? ¿ para un empleado
que se cree poco valorado ?. La técnica tiene que avanzar mucho todavía. Y
esto ocurre en todas las empresas a cualquier nivel.
Siempre lo mismo. No se aprende. Hoy en dia todo el mundo trabaja con
ordenador. No se cortan en hacer lo que hacen con el mismo ordenador. Pues
nada: seguimiento de emails, de páginas visitadas, seguimiento de documentos, controlar llamadas
de móvil, de fijo (no escuchas que eso sólo en teoría puede la policía mediante orden
judicial, pero si se puede saber a quién ha llamado, cuándo y durante cuánto
tiempo), limitaciones de escritura en puertos usb, cds, de subida de ficheros a
través de internet, limitación de documentos de impresora, y sobre todo cien
ojos encima.
Hace unos dias muchos se sorprendían que un alto cargo de la defensa en USA
no supiera (eso decía él) ni quisiera utilizar el email para su trabajo. La
gente le miraba y como le veía mayor pensaba, "claro, le ha pillado tarde".
Ja.
Lo menos seguro hoy en dia son los sms, los emails, los chats, los office,
etc..
Lo más seguro, sin duda, sigue siendo el boca a boca, y para el
encuentro ir en transporte muy público, quedar en lugares imposibles de
hacer fotos (en una mina, debajo de una piedra), desnudos para que no nos hayan puesto ningún dispositivo de
seguimiento y disfrazados en la cabeza, en un dia en que fallen todos los
satélites del mundo, en el que se bloqueen todas las cámaras de circuito
cerrado; y el encuentro que sesa breve, dos palabras sin mover los labios, muy bajito, metiendo la boca en la oreja del otro, o una nota que después de
leída debe ser destruída. Y aun así, si te pillan, que demuestren. Mortadelo y filemón, los tres mosqueteros (todo el
rato viajando largos kilómetros para un encuentro o entregar una nota...).
Como nuestro amigo filípedes. Quien iba a suponer que iba a recorrer tanta
distancia simplemente para dar esa mala nueva. Quién le iba a seguir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, B.I. Hace tiempo leí un articulillo relacionado levemente con lo que cuentas; es el problema de la confirmación del mensaje enviado a través de un mensajero (no sé si tiene otro nombre más erudito o más técnico, de hecho el problema se plantea en cualquier envío de información a distancia, como por ejemplo por e-mail). No hay ningún problema si llevas tú la información (o el objeto que vas a intercambiar) en persona hasta el mismo destinatario. Pero imaginemos al que envió a Filípedes, o al general A que desde el Estado Mayor envía órdenes tácticas a su lugarteniente B que está en el frente: antes de dar el siguiente paso, A necesita saber que su mensaje ha llegado a B y no ha sido interceptado por el enemigo. Así que el lugarteniente B le envía el acuse de recibo a A, pero B necesita a su vez estar seguro, antes de poner en práctica las órdenes de A, que éste ha recibido la confirmación y que la misma no ha sido interceptada... y así sucesivamente, ad infinitum... Lamentablemente, no me acuerdo lo que decía el artículo sobre el procedimiento para resolver, o al menos minimizar, el problema.